miércoles 20 de noviembre del 2024

Albert Serra: “No sé si ‘Tardes de soledad’ es la gran película de toros pero sí es más grande que todas las anteriores”




Finalizando la temporada, el toreo alcanzó una trascendencia internacional muy importante por algo que no sucedió en el ruedo. O en parte sí. El culpable fue Albert Serra, cineasta catalán que logró con su documental ‘Tardes de soledad’ la prestigiosa Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián. Después de este suceso triunfó también con sus pases en Nueva York, Montreal o Colonia. Y ahora le queda por delante otro ‘tour’ de festivales hasta que el documental llegue a las grandes salas el próximo año y pueda ser disfrutado por el público. Serra fue valiente y apostó con un tema, el de la Tauromaquia, con Andrés Roca Rey de protagonista, que sabía que sería controvertido. Y como afirma el dicho, aquello de “puerta grande o enfermería” terminó en lo primero, recibiendo extraordinarias críticas del sector del cine. Sin considerarse un “fanático” del toreo, Serra defiende su continuidad y ve complicada una prohibición a nivel nacional como la que vivió en Cataluña: “Entonces hubiera preferido un re feréndum. Hay temas que son tan fuertes, tan candentes o que tocan el corazón que preguntar a la gente no estaría de más”, asegura en la entrevista concedida al periodista Lucas Pérez Estévez para la revista (T)oro de Las Ventas del mes de octubre. 


 Antes de ‘Tardes de soledad’, ¿qué contacto había tenido Albert Serra con la Tauromaquia? ¿Había ido a los toros? 


Sí, muchas veces. Cuando era pequeño fui bastante con mi padre, que era aficionado y le gustaban mucho los rejones. Recuerdo ir con él a localidades cercanas a mi pueblo, Banyoles. Sobre todo a Gerona, pero también recuerdo haber estado en Lloret de Mar, en Sant Feliu de Guixols, en Figueras, en Olot... Y en la Monumental de Barcelona, claro. Después estuve un tiempo sin ir hasta que después otra vez recuperé un poco y fui unas cuantas veces a las corridas de José Tomás en los últimos tiempos en Barcelona antes de la prohibición. 


¿Por qué decidió que debía ser la Tauromaquia el tema para este formato novedoso en su filmografía como es el documental? 


Bueno, vino un poco como una broma con unos amigos que son los que iniciaron el proyecto, que son del Máster de Documental Creativo de la Universidad Pompeu Fabra. Me dijeron que hiciera con ellos un documental y yo les decía que no tenía tema hasta que un día, al cabo de dos años, se me ocurrió esto. Me parecía que era algo que no existía en ningún otro sitio del mundo, con esta trascendencia y esa fiereza, con todos los elementos que tiene en España y que era incluso extraño que en unas sociedades modernas permaneciera este ritual. Era el único tema digno de ser documentado en documental y para mí, la única excusa para hacer un documental es que no se pueda hacer en ficción. Éste era un tema de verdad, un tema que se tenía que abordar de esta manera y que nunca se había hecho así, con la tecnología moderna de micrófonos sin hilo, por ejemplo.


 ¿Sabía bien dónde se metía? 


Era algo que no me importaba, sinceramente. Sabiendo ya que es un tema polémico y controvertido, es algo que ya asumes. No tiene sentido quejarse de una cosa que ya se sabe. 


¿Le ha llegado algún mensaje de seguidores antitaurinos? 


La verdad es que no. Habrá que ver cuando se estrene. De momento la película a día de hoy -la entrevista se realizó el pasado 19 de octubre- ha sido enseñada en el Festival de San Sebastián, en el Festival de Nueva York, en el Festival de Montreal y en el Festival de Colonia. Y de todos, fuera de España, la parte más cruenta es la que menos ha suscitado. Allí lo ven como una cosa antropológica y tampoco le dan mucha importancia. Entienden que la corrida es como es y que es así y punto. Sólo en España es donde podría haber mucha más tensión. En el extranjero me ha sorprendido. En general ha sido una cosa muy positiva. La película es muy intensa, te hace ver la cosa muy desde dentro, con la intimidad misma, y entonces se convierte muy reveladora en ciertos sentidos ya que enseña cosas que no se han visto nunca. Da la verdadera dimensión del compromiso del torero y tiene elementos muy sorprendentes para mucha gente a la que le cambia un poco la visión. 


“Fuera de España entienden que la corrida es como es y punto; la ven como una cosa antropológica” 


Hablando del cambio de visión, ¿ha cambiado su percepción de este espectáculo una vez realizada la película y haber vivido el mundo del toro desde dentro?


Sí, ha aumentado la admiración que tenía hacia el toreo. Digamos que lo mío era un poco de memoria, quedaba un poco en el recuerdo, y pasar a verlo desde tan cerca durante tantos días… lo que decía antes del compromiso se ve muy claramente. El valor, el arte, evidentemente también. Y la obsesión del torero de expresarse con la pureza más grande. Se lo toman en serio, no es como un bolo.  


“Después de hacer ‘Tardes de soledad’, mi admiración hacia el toreo ha aumentado”


 ¿Y le ha salido la película que quería? 


Sí, pero bueno, como no tenía ninguna idea en la cabeza… Al final un documental es un poco explorar y son las imágenes las que mandan. Se entra sin saber exactamente lo que se busca. Precisamente la pureza del documental bien hecho y que es fiel a este principio es esta: que tu necesitas documentar una cosa que no conoces profundamente y que las cámaras van a captar algo visualmente y sonoramente que será una amplificación de lo que se podría ver en la realidad, por la proximidad, por la intensidad… 


Siempre se ha dicho que al toreo le faltaba la gran película de toros. ¿Cree que lo ha logrado con ‘Tardes de soledad’? 


No sé si ‘Tardes de soledad’ es la gran película de toros pero que es más grande que todas las anteriores que se han hecho, seguro que sí. 


Imagino que antes de todo esto se habrá empapado de lo que había hecho de toros en el cine.


No tanto como empaparme porque tampoco hay que obsesionarse, pero sí lo suficiente para estar informado. Para mí, informarme sobre un tema del que voy a hacer una película me sirve para saber lo que no hay que hacer. Lo que hay que hacer se va a descubrir haciéndolo. 

De lo hecho hasta ahora, ‘Juncal’, por ejemplo, nos encanta a los aficionados... 


Sí, bueno, a Salvador Boix, muy amigo y que nos ha ayudado conectándonos con gente, le gustaba mucho, pero bueno, no va a la profundidad de lo que he hecho, evidentemente. 


Ha comentado que cada cámara ha tenido la autonomía de buscar algo en lo que nadie antes se hubiera fijado. ¿Ha logrado eso? 


Durante el rodaje comentábamos un poco la jugada después de una corrida y cada operador intentaba buscar qué era más interesante, por qué coger un plano de una determinada manera, sobre todo con la idea de aguantar mucho los planos, de que fueran lo más largos posibles. La idea de rodaje era esta. Esto fue un trabajo progresivo, porque nadie nace enseñado. Tampoco teníamos que contar nada, cada cámara podía tener la libertad de enseñar lo que le apeteciera o lo que, desde el ángulo que le había tocado, le pareciera interesante, sin nada que decir, guardando la inocencia, dejando que las imágenes hablaran. 


‘Tardes de soledad’ ha recibido muy buenas críticas desde el punto de vista de compañeros de profesión y crítica cinematográfica. ¿Teme la reacción del mundo del toro cuando el documental llegue a las grandes salas? 


No es que lo tema pero bueno, ya sabes que los aficionados lo que buscan es la magia que baje, el duende que caiga. Y esto aparece de vez en cuando. De hecho la película juega un poco con esta idea como si fuera el recuperar la estructura de una corrida entera, más o menos, esperando a este momento donde la magia cae del cielo. Y en esto hay que ser un poco tolerante y respetuoso porque la película persigue esto, recuperar las sensaciones de la plaza pero al mismo tiempo adentrándose en una intimidad a la que es difícil de acceder.


 “El toreo es poético, es simbólico, me recuerda al ciclo vital de la vida enfrentándose a la muerte y luchando contra ella” 


¿Entonces cree que llevará bien las críticas? 


Pienso que sí, sinceramente, porque además las críticas se dan por descontadas. Entonces parece que una vez dadas por descontadas, todo puede ser positivo. Mucha gente que ha visto la película me dice, “bueno, pero me falta esto”. Pues mira, es que el día que yo grabé no salió. Por ejemplo en el caso de Andrés Roca Rey, como es un poco alto él, nos dimos cuenta enseguida de que necesitaba un toro grande porque visualmente, a cámara, la proporción queda mucho más bonita, veraz e impresionante si el toro era grande. Entonces al final, aunque lo teníamos rodado en otras plazas, salieron las más importantes porque además la presión es superior y se nota bastante en las plazas importantes. La presión se traduce en intensidad y esa intensidad a su vez en expresividad. Entonces se captan imágenes y pasan unas cosas distintas a cuando la presión es menor y el toro no tan grande, que también influye por más valor que tengas.


Usted ha comentado que para alguien como Roca Rey es difícil enfrentarse a un documental como este porque amplifica lo que se es. Por lo grande, por el detalle, por el sonido… 


Yo creo que sí, siendo él el protagonista. Todo el mundo quiere participar en una película y todo el mundo dice que sí. Pero luego una película es una amplificación muy grande: de sonido, de imagen… Y claro, es difícil verse en esa posición sin sorprenderse y más aún cuando no eres actor y no tienes la costumbre. Es como si te enfrentaras a un espejo muy grande, y eso inevitablemente te parece deformado, también por que las películas en general y esta en particular tienen intenciones artísticas. Ser fieles a una verdad es importante pero no es lo más importante. Y claro, en este contraste entre verse uno mismo en plena acción de las faenas, que fueron las que fueron, es difícil. La película no obvia estos aspectos y tiene algún pequeño momento en el que dramáticamente es espectacular. En San Sebastián había 1.300 personas y se fueron siete u ocho. En Nueva York uno o dos. Muy poca gente. Y es que el documental tiene una fuerza en este sentido y en relación a la fatalidad y del destino muy fuerte. Una vez que la corrida ha empezado, es hasta el final y es muy trascendente. Esto mantiene a la gente muy pegada a la butaca.


Hubo cierta polémica por una información de agencias desde Nueva York que ponía en su boca que a Roca Rey no le había gustado la película. ¿Qué hay de cierto en esto? 


De esta información casi ni hablamos porque era todo mentira, no había un entrecomillado que fuera verdadero. Es absurdo comentar nada.


 Entonces le pregunto yo. ¿Le gustó la película a Roca Rey? 


Eso habría que preguntárselo a él pero de entrada él vio el montaje que no estaba acabado. Entonces es una impresión… Yo ya sabía que no se tenía que hacer eso porque tienes que entender mucho de cine. El sonido, por ejemplo. Yo les dije, “esto no está acabado”, pero lo querían ver… Es difícil verse de esta manera y además él se fija en cosas mayoritariamente de sus prestaciones como torero, que para nosotros son importantes pero no tan importantes. O no las más importantes. Y aquí hay una confusión de miradas. La película tiene que verse con perspectiva y sobre todo ahora, a partir de San Sebastián, cuando todo está hecho y perfectamente acabado. La película es lo que es y es un objeto artístico en sí mismo, como lo que hace cualquier persona con su trabajo. Pero yo creo que el retrato que se hace de él en la película es maravilloso. 


Y, una vez que ha convivido con él, ¿cómo es Roca Rey en la intimidad?


No lo sé, continúa siendo un misterio. De hecho la clave de la película es que permanece misterioso hasta el final. Tuve poco trato con él. Fuimos a comer un día y después nada, hemos intercambiado muy, muy pocas palabras. Él tiene su concentración y sobre todo su presión y esto la película lo refleja muy bien. 


Si no me equivoco, el proyecto incluía en un principio a Pablo Aguado ¿qué pasó? 


Sí, filmamos a los dos pero enseguida nos dimos cuenta de… No sé. Mira, teníamos tres cogidas de Roca Rey. Quieras o no, lo dramático se impuso de una manera muy clara, muy natural y muy gráfica. Sobre todo en este tema de la presión, para ir al corazón de la Tauromaquia las imágenes que teníamos de Andrés nos cuadraban más. Ahora tenemos las imágenes de Pablo que son de otro estilo, de otra índole, y de hecho empezamos a trabajar en otra película con él y teníamos bastante metraje o sea que, vamos a ver… 


Al final rodar en una corrida de toros real implica que no sabes lo que vas a terminar rodando… 


Así es, es que todo es muy complicado porque ya sabes, se filman unas corridas y puede que no pase nada. Y puede no pasar nada en la corrida para el aficionado pero sí que pase algo bueno para la película, pero a veces es que ni eso. Entonces… son los astros. Cuando tienes una cogida genera una tensión suplementaria, y no sólo cuando tienes la cogida, es que luego tienes ya al público no taurino o que no entiende tanto, totalmente pegado a la butaca. 


Usted ha definido el toreo como algo poético. ¿Más allá de esto, cómo definiría el toreo en conexión a otras manifestaciones artísticas? 


Yo creo que es algo simbólico, me recuerda a varias cosas, me recuerda al ciclo vital de la vida enfrentándose a la muerte y luchando contra ella. Y también lo que dice un personaje en la película, que es de la cuadrilla de Andrés, que para mí es magistral: en la corrida de Santander, que fue complicadísima y sufrió una cogida, al matar al toro le dice: “¡Eso es! ¡La vida no vale nada, la vida no vale nada!”. Y es que la vida hay que jugársela, la vida hay que despreciarla para utilizarla, para hacer algo con ella. La sola conservación de la vida en sí misma no es nada. Y también está la idea de la cosa artística. Hablan mucho ellos de la verdad del toreo. Es decir, en el toreo no hay subterfugios, no hay atajos, no puedes ganar en la comunicación, no puedes engañar. Hay algo que está allí y que no puedes falsificarlo. Esto es una pequeña lección que también es importante, es lo que da un poco la actualidad, la poseía en el sentido de que no se rehuye este enfrentamiento civilizatorio pero que al mismo tiempo expresado de la manera más refinada y sofísti cada posible como es el caso de los grandes momentos de las grandes tardes. 


Son demasiados argumentos, estos, como para pensar en que alguien quiera prohibir este espectáculo, ¿no? 


No creo que vaya a pasar. Yo creo que desde un punto de vista sociológico es algo imposible. No tiene que pasar por otros muchos motivos. Dejándolo claro por un motivo puramente sociológico, también es una industria muy importante en la economía. ¿Qué haces con toda esta gente? No puede ser, es absurdo. Insisto que no es este el motivo principal, pero sólo por esto dices ‘¿Qué sentido tiene prohibir? ¿Esta gente, por qué?’. Y entonces mucha gente también, y esto lo entendí cuando lo filmamos, dice que es que en el toreo todos son de derechas. Es una imagen distorsionada pero es como si tú eres panadero y el Gobierno llega y dice, “vamos a prohibir las panaderías”. Entonces tú… ¿de qué partido serías, a quién votarías? ¿Al que quiere prohibir lo que haces o al que no lo quiere prohibir? Es muy claro. 


Usted, como catalán, ¿cómo vivió la prohibición de los toros en Cataluña? 


Bueno, soy amigo de Salvador Boix y sabes que fue uno de los que defendió la no prohibición del toreo en el Parlamento y ahí lo vivimos… Hubiera preferido un referéndum que es lo más divertido, porque allí sí que se expresa la voluntad popular. El Parlamento es soberano y representativo indiscutiblemente pero hay temas que son tan fuertes, tan candentes o que tocan el corazón de algo que preguntar a la gente no estaría de más. 


Esa prohibición está levantada pero siguen sin darse toros en la región. ¿Ve posible que algún día regresen las corridas a Cataluña? 


Es muy difícil porque esto fue una victoria de los antitaurinos. Porque aunque la justicia, que fue lenta, acabó tumbando la decisión inicial, el daño ya estaba hecho. 


“Roca Rey continúa siendo un misterio para mí; la clave de la película es que permanece misterioso hasta el final”


 Ya por último, le tengo que preguntar por la Monumental de las Ventas, uno de los escenarios donde ha grabado. ¿Qué le parece la plaza? 


A mí es la plaza que me gusta más en el sentido de que hay una presión que no hay en ningún otro sitio para el toreo. Es cierto que también es la más ritualista, exigente, dura… Pero es en la que el torero está bajo una presión más grande y esto le da una trascendencia y una importancia que no tienen ninguna otra en este sentido. Todo este conflicto lo refleja muy bien la película con la cogida de Andrés del año pasado, no tan grave como la que tuvo ahora. Se ve porque es un momento en el que le están criticando y se distrae, incluso se encara con una parte del público, les responde, se desconcentra y tres pases más tarde, el toro le coge. Yo no estuve en la plaza pero parece ser que es lo que pasó también el otro día -se refiere a la última tarde de Roca Rey en Las Ventas en la Feria de Otoño-. Es una cosa un poco cainita lo que pasa allí, incluso hubo disputas entre los propios aficionados. Esto forma parte de la idiosincrasia de la plaza porque cada plaza es diferente. En Sevilla tienes el silencio y tienes otras cosas. Quizá Madrid y Sevilla son los polos opuestos de una sensibilidad muy distinta pero que las dos a su manera, predisponen al torero a un compromiso que tiene que ser absoluto, que no hay manera de salirse por la tangente ni escapar de la responsabilidad. Y esto es lo que la gente de alguna manera sabe que va a ver. Esto sucede siempre, salga mejor o peor el toro.