En el número 43 de la revista (T)ORO el periodista, Josemi Arruego, entrevista a María José Majeroni, ganadera de Castillejo de Huebra. Desde el campo charro, siguiendo la tradición que le marcaron sus progenitores, y del mismo modo que ella tratará de hacer en el futuro con sus descendientes, habla del toro premiado en Madrid, al tiempo que reivindica su encaste y reflexiona sobre esa filosofía ganadera heredada junto a sus hermanas y que ahora comparte con su marido, Fernando de Patrocinio.
Lo primero de todo, ¿por qué elegisteis a “Junero” para la Corrida Concurso?
Era uno de los que más nos gustaban y, cuando nos dijeron que lleváramos un toro a Madrid para la concurso, a Junero, número 5, fue de los primeros que escogimos. Teníamos otros dos más, pero nos inclinamos por éste por reata, por hechuras y porque no era tan pesador como el otro que habíamos llevado. Esperábamos que fuera un toro con clase, que es una de las características que tiene la ganadería, y que tuviese repetición, recorrido, entrega y, sobre todo en Madrid, necesitábamos un toro que transmitiese mucho.
¿Qué fue lo que más os gustó?
Precisamente eso, que transmitiera. Que fuera un toro que después de tres puyazos y en un ruedo tan amplio como el de Madrid, llegase al público. La verdad es que Rafael de Julia lo toreó muy bien, es un torero que está en un momento para disfrutarlo, y cuando cogió́ la izquierda bajándole la mano, porque a nuestra ganadería cuanto más le bajas la mano, cuanto más les exiges, mejor responden, ahí́ la plaza rugió́.
Más allá del premio, ¿se cumplieron las expectativas que teníais del animal?
Una de las cosas con la que más emocionados estamos es precisamente que en un concurso de distintos encastes sea premiado el encaste Murube - Félix Cameno, o como nosotros decimos ya, el de Castillejo de Huebra. Que a lo mejor las expectativas de la gente no pensarían en Castillejo, pero después de tantos años de trabajo de mis padres y ahora en nuestras manos, nos hemos llevado una alegría grande.
Este éxito viene a corroborar también una temporada que no ha sido nada mala...
Ha sido una temporada muy bonita, y la hemos disfrutado mucho. Empezamos en la final del bolsín de Ciudad Rodrigo, que nos dieron el premio a la mejor ganadería, y la hemos acabado con el premio de la concurso de ganaderías de Madrid. Además, nos han dado la vuelta al ruedo a cinco toros. Hemos lidiado tres novilladas, dos han sido festivales, y por ejemplo a la de Lora del Río le cortaron dos rabos y fueron ovacionados todos los animales en el arrastre. La del festival de La Flecha también salió́ muy bien. Luego hemos lidiado en citas importantes, como la Copa Chenel, Gamarde, Torrejón, donde estuvo Fernando Adrián extraordinario, igual que Emilio de Justo y Talavante en Utiel... En Almería, de los seis toros cuatro fueron ovacionados en el arrastre; en Bayona a cinco también los ovacionaron, donde si Juan de Castilla no llega a pinchar le habría cortado las dos orejas a un hermano del de Madrid. Ha habido toros buenos, con clase, con humillación y transmisión en las siete corridas que hemos lidiado. La camada nos ha dejado muy satisfechos, pero, sobre todo, lógicamente, nos quedamos con el triunfo de Las Ventas. Porque habremos lidiado toros quizá́ con más clase, con más entrega o con más humillación, pero con la exigencia que tiene la plaza de Madrid para el toro, y que nos hayan dado el premio a nosotros... ha sido muy importante.
EL RETO DE LIDIAR “MURUBES” A PIE
Quizá las embestidas de “Junero” hayan servido también para que los más conspicuos o desinformados constaten que este encaste, además de un icono en la lidia a caballo, es muy válido y posee muchas virtudes para el toreo a pie.
Efectivamente. Creo que también hay un poquito de ignorancia o de clichés preestablecidos en el tema de los encastes. Y en realidad, casi todo lo que se está lidiando procede directa o indirectamente de sangre Murube. Es decir, la gran mayoría de las ganaderías que están en boga tienen, ascendiendo, esta sangre. Por eso, yo más que hablar de encastes hablaría de ganaderías, y del momento de cada ganadería. Porque una ganadería ha podido ser muy buena hace cuarenta años y ahora quizá́ no esté en su mejor momento. Depende muchas veces de las manos y de la selección.
Los rejoneadores, y en especial Hermoso de Mendoza, fueron los primeros en devolver los “murubes” a las ferias...
En realidad, la gente piensa que Murube es un encaste minorita-
rio, aunque no lo es. Todos los que estamos más cercanos a este encaste valoramos sus características físicas y de comportamiento, que sí vieron en el mundo del toreo a caballo: ese tranquito más, ese galope especial... Llegó un momento en que los rejoneadores coparon el mercado. Nosotros, desde hace diez años que por desgracia fallece mi padre y cogemos las riendas de la ganadería en nuestras manos, tomamos la decisión de volver a la lidia a pie.
¿Os fue difícil dar ese paso?
Fácil no fue. Porque en casa, y casi sin darnos cuenta, nos encontramos lidiando a caballo casi todo. Fue una decisión complicada, sobre todo porque, aunque fuera en ese mercado, estábamos lidiando en ferias, y de repente, tomar esta decisión fue arriesgado. El mundo del rejoneo y el mundo del toreo a pie son completamente distintos. No es que se den la espalda, pero casi...
¿Por dónde empezasteis la “reconquista”?
Teníamos que crear confianza entre los toreros de a pie, concienciarlos de que esta ganadería estaba en un momento ideal, para que la gente pudiera disfrutar con su lidia. Tuvimos que crear esa confianza. ¿Cómo lo logramos? Pues tratando que la gente lo fuera conociendo más, lidiando muchas novilladas, abriendo más el abanico de toreros que venían a tentar... Una serie de cosas... Y los primeros que se fueron convenciendo fueron los profesionales, de manera que dimos el paso a que ya la gente lo pudiera ver en público. Ha sido o está siendo, mejor dicho, una tarea muy bonita, porque es un reto, pero vas viendo ya resultados. Ya la gente conoce Castillejo, ya los toreros lo piden y ahora mismo vivimos un momento muy bonito, porque siempre tienes la expectativa de querer superarte, pero estas viendo resultados.
¿Qué diferencia consideráis vosotros que distingue a vuestros toros de otros animales de esta estirpe?
Lo primero es la diferenciación del origen. Unos vienen de Carlos Urquijo y otros venimos de Antonio Urquijo, que luego pasa a Félix Cameno, y es la parte que llega a manos de mis padres hará́ ya casi cuarenta años. Entonces ya originariamente tenía otra conformación de pitones, que en este tiempo tratamos
de conseguir que sean un poquito más arregazados, que tengan más seriedad, que entren en la muleta, es decir, no nos gustan los toros paleños.
¿Y en cuanto al comportamiento?
Tienen más alegría, bravura, entrega... pero eso ya depende como decía antes de la selección personal de cada ganadero. Porque yo siempre he sido de la opinión que todos los ganaderos queremos un toro bravo, pero hay dos cosas: una, que lo logres, y otra que concepto tenemos cada uno de toro bravo, porque cada uno tenemos nuestra propia idea de bravura.
¿Cuál es vuestro ideal de bravura?
No sé si lo lograremos algún día. Prefiero que se mantenga como ideal y querer alcanzarlo, pero para mí un toro bravo es un toro con entrega, que quiera coger la muleta, no tanto la movilidad sin querer coger los engaños. Que tenga humillación, que tenga recorrido, que repita, que tenga clase y, sobre todo, que transmita. Porque esto es un espectáculo para el público, y eso no lo tenemos que olvidar nunca. El público se tiene que divertir y tiene que considerar que lo que está viendo en la plaza él no es capaz de hacerlo. Es decir, no puede ser un toro bobalicón, pero tampoco puede ser un animal excesivamente agresivo, porque se tiene que adaptar a todo tipo de toreo. Aquí́ hay tres pilares: el público, el toro y el torero. Y tenemos que tener una muy buena unión entre los tres, que sea un buen engranaje y que todos salgamos contentos de una buena corrida de toros.
CUATRO GANADERÍAS, CUATRO ENCASTES
Además de absorber su cultura ganadera, ¿qué es en lo que más os han influido vuestros padres?
Mi padre y mi madre han sido ganaderos. Los dos. Mi madre vivió́ la época gloriosa de los Sánchez Cobaleda en los años sesenta, con todos los toreros que estaban arriba del escalafón pidiendo sus toros. Y más tarde, otra época buena también en los festejos de rejones. Se casó con mi padre, que procede igualmente de familia ganadera, Agustínez - Sepúlveda, y también primo de tío Alipio Pérez Tabernero. Es decir, han sido, las dos, familias muy ganaderas. En aquella época cada ganadero tenía su idiosincrasia y consideraba la ganadería casi como parte de la familia. No es como hoy, que hay más intercambio de sementales o de lotes de vacas entre compañeros. En aquella época no.
¿Y cómo era eso de llevar cuatro ganaderías de cuatro encastes diferentes?
En un principio tenían una visión ganadera sólo de lo de Sánchez Cobaleda, pero cuando muere tío Manolo, en el año 85, y habiendo cuatro hierros en casa, mis padres decidieron que lo mejor era diversificar los encastes, como es normal, porque sería absurdo tener tantos hierros con la misma procedencia. Y es entonces cuando deciden dejar el hierro de tío Manolo bajo el nombre de Sánchez Cobaleda (con todo lo de Vega - Villar). Para el hierro de Castillejo de Huebra compran Murube-Urquijo (vía Félix Cameno), y al hierro de Terrubias lo abastecen con ganado de Santa Coloma - Buendía (vía Martínez Elizondo). En el de José́ Manuel Sánchez, que en un principio era Atanasio, mi padre lo juntó con Murube y creó otra línea propia (que hoy en día ya sólo es puro Castillejo). Mi padre tenía una cabeza excepcional para saber seleccionar, porque lógicamente todos los ganaderos tienen una idea de bravura, pero también tienes que adaptarte un poco a la conformación física, al comportamiento de cada rama, su ascendencia... y mi padre tuvo una clarividencia grande en saber seleccionar estos cuatro encastes y dejarlos todos funcionando, cada uno con sus variedades tanto físicas como genéticas y de comportamiento. Sin embargo, él no es que fuera
el mejor vendedor del mundo. A él lo que le gustaba era la selección, que el toro embistiera, y logró que los cuatro hierros estuvieran en un buen momento de embestidas, no así de venta.
Era mejor ganadero que comercial...
Desde luego. Pero de él sí que hemos heredado la sabiduría. Él por desgracia se quedó sin su padre a los trece años y tuvo que aprender a hacer de todo. Y esos mismos conocimientos nos los fue transmitiendo a nosotros. Date cuenta que yo prácticamente he ido a los tentaderos desde que nací́, como ahora mis hijos, o sea que hemos sentido las ganaderitas casi como si fueran algo de la familia. Es intrínseco a nosotros. Y lo que sí hemos heredado es la seriedad. Si quedas con alguien en guardarle la corrida, se la guardas. Somos una familia muy seria y en la selección de las vacas o sementales exigimos esa misma seriedad. Las vacas tienen que acudir tres o cuatro veces al caballo, y si son sementales, al menos seis. Y luego tienen que embestir con importancia. La seriedad en los toros yo la equiparo a la entrega: "Quiero ir al caballo..., quiero coger la muleta..., quiero embestir". No es que vaya y venga y simplemente tenga movilidad. La dureza de la embestida está en la entrega humillada.
¿Y la selección? ¿Era igual en cada ganadería o dependía del tipo de toro?
La exigencia en el caballo tiene que ser única. Si un toro o una becerra no es buena al caballo, esa ya se desecha. Luego es verdad que cada procedencia tiene sus peculiaridades en la embestida, pero todo el mundo sabe, cuando ve un animal bravo, si es bravo o no lo es. Por ejemplo, lo de Santa Coloma puede humillar menos, o decían antes que Murube no humilla, pero Castillejo humilla muchísimo. Lo buscamos porque es una de las características que más transmite al público. La humillación es entrega. Quiero decir que hay características que son normales en cada uno de los encastes, pero luego vas procurando mejorarlos.
Cuando llega el momento de quedaros con un encaste, ¿apostáis por Murube o es una decisión obligada por motivos sanitarios o comerciales?
No, no, no. Nosotros en realidad no decidimos quedarnos con un encaste. Habríamos seguido con los cuatro, pero el tema sanitario se llevó por delante al bastión ganadero de toda la vida (Los “patasblancas” de Sánchez Cobaleda), que date cuenta llevaba en casa desde el año 24. Era la niña bonita, y el resto de las ganaderías estaban un poco "tapadas", por detrás. Llega un momento en que te matan hasta 80 animales en un sólo saneamiento. Fue muy doloroso, porque hay que matar la vaca madre de sementales, te cierra familias, y aquello fue tremendo. Para nosotros un trauma. De hecho, no se ha acabado de superar. Es un tema que casi prefieres no tocar. Nos quedamos sin todo lo que pastaba en la finca Castillejo de Huebra, que era todo lo de Cobaleda, todo lo de Terrubias, y la gran mayoría de lo que tenía mi padre a su nombre. No se podía meter ningún animal. Te van matando, te van matando, te van matando y al final sostener aquello era inviable. Llegó un momento en que se decidió́ que no podíamos seguir así́: no podíamos sacar al ruedo un animal que tú no hubieras seleccionado por bravura, sino los veterinarios por sanidad. Y después de una época que fue escrita con letras de oro en La Tauromaquia, no podías consentir que se ensuciara ese nombre. Entonces se decidió́ quitar todo lo que había en la finca. Se hizo un vacío sanitario, se metieron unas vacas limusinas y se cerró ese ciclo. ¿Qué es lo que te quedaba? Pues lo que pastaba en la otra finca, en Agustínez, es decir, toda la ganadería de Castillejo y una punta de vacas de José́ Manuel Sánchez, que es con lo que hemos seguido durante estos años. Porque cuando uno nace ganadero, se muere ganadero.
LOS NUEVOS “PATASBLANCAS” DE SÁNCHEZ COBALEDA O EL REGRESO DEL AVE FÉNIX
Y aunque desde entonces todas nuestras ilusiones y todos nuestros esfuerzos se volcaron en ese momento en Castillejo de Huebra hay una cosa que traigo entre manos con mucha ilusión pero con mucha dificultad. Es lo que yo llamo “la resurrección o el Ave Fénix de los Sánchez Cobaleda”. Todo comienza cuando
la peña VAC nos regala un toro que aún estaba marcado con el hierro de Sánchez Cobaleda. Es el único que quedaba de lo antiguo, que queda, porque todavía vive, tiene el número 16 y se llama Batanezón. Aquella peña nos devolvió́ el toro a casa. Y claro, ¿cómo lo tienes en los cercados sin echárselo a las vacas? Por eso hemos estado buscando hembras de esta misma ascendencia y genética, también hemos estado buscando un poco los orígenes, vacas de Veragua con toros de Santa Coloma de procedencia ibarreña, y estamos haciendo nuestras alquimias. Es algo de momento muy pequeño, porque ya te he dicho que somos especialmente respetuosos y románticos, y ahora mismo sólo estamos lidiando erales porque yo personalmente no puedo consentir que salga al ruedo un toro sin saber exactamente lo que tengo entre manos. Y para eso necesitas tener muchos conocimientos y años de demostrar que de añojo embisten, de erales embisten, y si es así pues pasamos al siguiente nivel, en este caso utreros... Quiero decir que para sacar al ruedo un toro con el hierro de Sánchez Cobaleda tenemos que tener una mínima seguridad, dentro de lo que es la seguridad en el mundo del toro, pero una mínima seguridad de que va a salir bien.
Como salmantinos que sois, ¿compartís la teoría sostenida por algunos de que existe una decadencia en el campo charro con respecto a los años 50, 60, 70, incluso los 80... donde aparte de vuestros toros pastaban los “atanasios”, los “lisardos”, los “alipios”, los “rabosos”, los “gala- ches”, los “apés”...?
Yo creo que no hay nada de cierto en esto. Yo lo que te diría es que siempre ha habido ganaderos que han destacado. Tanto en Andalucía como en Salamanca. Hablando del siglo XVIII por ejemplo, que surgen las ganaderías en Andalucía, también surgieron en Salamanca. De hecho, ya a mediados del s. XVIII, toros de nuestros antepasados de Terrubias ya iban a Madrid. Simplemente se trata del momento en que están las ganaderías. Yo creo que hubo un momento en el que los ganaderos de Salamanca tenían su propia personalidad y como tal sus toros se lidiaban en las plazas más importantes, pero ahora mismo yo creo que también hay muy buenos ganaderos en Salamanca, muy buenos aficionados. Además el ganadero de aquí́ nunca se ha puesto medallas. Siempre "se ha vendido" menos que el andaluz. Ha sido más exigente con lo propio que con lo ajeno. Pero ahora mismo te diría que tenemos un buen momento en la ganadería salmantina. Y creo que hay también muy buenas generaciones que vienen por detrás arreando con ilusión y con ganas de seguir siendo ganaderos.
¿Qué previsiones tenéis para el año próximo?
Más o menos tendremos otras siete corridas de toros y dos o tres novilladas. También dependerá́ de cómo se vaya desarrollando el año, porque nosotros no vendemos todas las corridas desde un principio, y cuando tú has dado tu palabra y un empresario te ha comprado una corrida para septiembre, tiene que tener su corrida en septiembre. Entonces se van haciendo las cosas poco a poco. Iremos a plazas de primera y a plazas de segunda. Los veedores ya se están empezando a mover y creo que nos espera también otra temporada bonita. La que hemos disfrutado este año nos ha dejado muy satisfechos, pero ya tienes que pasar página y pensar en la temporada del año que viene, que seguro nos van a seguir exigiendo y debemos de estar a la altura, tanto para el público como para el torero. Y, sobre todo, para nosotros mismos.