miércoles 22 de noviembre del 2017
Francisco García: "No hay ninguna norma escrita que prohíba música durante la lidia, es algo que respiramos"
Francisco García, director de la banda de música de Las Ventas que se despidió por jubilación el pasado 23 de mayo, protagonizó la entrevista del número 6 de la Revista (T)ORO correspondiente al mes de septiembre. Ahora, con la celebración este 22 de noviembre de Santa Cecilia, patrona de los músicos, queremos recordar algunos fragmentos de esta entrevista realizada por Alexis Arredondo e invitarte a la lectura completa en la versión digital de la publicación
¿La música es parte de la alegría de la tauromaquia?
Sin tauromaquia no habría música de toros y sin música de toros no habría tauromaquia. La tauromaquia es más antigua que la música y gracias a ella nacieron los pasodobles. La música en un principio amenizó la fiesta de los toros, hoy son su alegría. Antes sólo se interpretaban seguidillas y garrotines, fragmentos de cantos populares que se tocaban en las galerías de las plazas y que, con el paso del tiempo, evolucionaron en el pasodoble. La música es el colorido de la tauromaquia. Si no se tocase sería como pintar un cuadro a blanco y negro. Las flores son más bonitas cuando están relucientes de colores. Pienso que esa alegría hace parte de todos los instantes de una lidia, lástima que en Madrid no sea posible.
Desde 1939, a excepción de Antonio Bienvenida en el 66, no se toca un pasodoble mientras el toro está en el ruedo. ¿Qué opina de esta normativa?
Conozco perfectamente la anécdota de García Ortega y Marcial Lalanda. Pero durante mis casi 40 años como músico de la plaza no he encontrado ninguna ley, orden o norma escrita que nos prohíba tocar durante la lidia del toro. Siento que es algo abstracto, algo que respiramos, que está en el aire. Antiguamente no se tocaba en la faena, pero fue en 1817 que Lagartijo, toreando en Barcelona, pidió durante una extraordinaria faena que la banda musical del maestro Sampere interpretase un pasodoble para acompañar la lidia. Recuerdo que, a mediados de los años ochenta, Morenito de Maracay estuvo en Madrid poniendo sus famosas banderillas al quiebro. Esa tarde nos dijo que ya había hablado con el presidente de la plaza para que se tocara música durante su presentación. A todos nosotros se nos hizo muy raro. Recuerdo que el director salió corriendo para el palco de presidencia. Cuando regresó nos dimos cuenta que Maracay por poco nos engaña. Llegó el momento de las banderillas y el venezolano nos miraba desde el ruedo, nos alzaba la cabeza y levantaba sus manos, nosotros ya seguros por haber consultado al presidente estuvimos tranquilos a sus reclamos. Por poco rompemos décadas sin tocar en la lidia, pudimos haber sido recriminados y llamados al orden por las autoridades de la plaza.
¿Por qué sigue vigente la restricción a la música durante la lidia?
Pienso que en la plaza de Las Ventas no tocamos en la lidia porque la gente se habituó a décadas de silencio. Hicimos una encuesta para saber si podíamos revocar esa norma y salió absolutamente dividida. Nuestra plaza es muy grande y tiene un carácter distinto a todas las demás. Nos caracterizamos por la seriedad y por llevar todo a rajatabla. En otras plazas, como la de Sevilla, la gente se divierte más durante la lidia, lo toman de otra forma. Para mí lo mejor es como está, si tocase en la faena el problema es quién va a mandar a que yo toque. ¿De quién es la responsabilidad? El presidente me manda a tocar, yo toco. Pero si la gente empieza a protestar entonces me señalarían. En el caso hipotético que hubiese sido en algún momento de mi responsabilidad, yo como director debo saber muchísimo de toros. Hay que saber cuándo hay que tocar, la música es un premio que se da a un toro y a un torero. Por eso, nunca olvidaré a mi maestro Juan Amador Jiménez.
¿Cuál fue el aporte del maestro Amador a su vida profesional?
Tengo recuerdos de mi maestro del pueblo porque da la casualidad o la certeza, que los músicos en España somos de los que más sabemos de toros. Mi maestro Amador compuso un pasodoble para el Cordobés, y uno que, en lo personal, me parece muy importante como lo es Ayamonte. Él nos explicaba cuándo debíamos tocar en los toros, yo fui afortunado de aprender y escuchar sus consejos de música y toros. Cuando me llamaron por primera vez para que fuera a Las Ventas yo, un chaval de pueblo, ya sabía a lo que iba. Ese conocimiento se lo debo al legado del maestro Amador.