LA GUADAMILLA
Divisa
Propietario
Zavientos S.L.
Representante
-
Señal
Descuarte en ambas.
Fincas
“Montenuevo”, Arenas de San Pedro (Ávila)
Procedencia
D. Juan Pedro Domecq Solís
Antigüedad
20/06/1920
Antecedentes
Se formó esta ganadería en 1909 por Ángel Cabezudo y Castillo Hermanos con reses procedentes de don Esteban Hernández, pasando posteriormente a don Celso Cruz del Castillo, que eliminó lo anterior y la formó con reses de don Dionisio Peláez. En 1934 se anunció Hijos de don Celso Cruz del Castillo, aumentándola en 1943 con vacas de don Ignacio Sánchez, y en 1947 del señor Duque de Pinohermoso, y por último en 1954, se agregaron vacas de Guardiola Soto, y un semental procedente de Samuel Flores. En 1967 fue vendida a don Agustín Torrego Álvarez, que la anuncia La Guadamilla. En 1969 adquiere de don Joaquín Buendía un lote de hembras y un semental, eliminando lo anterior. En 1985 adquiere de Herederos de don Gabriel Hernández Plá un semental origen Joaquín Buendía de procedencia Santa Coloma. En 1994 y 1995 adquiere de don Juan Pedro Domecq Solís hembras y sementales, manteniendo ambos encastes por separado. En 2002 elimina todo lo procedente de Santa Coloma, manteniendo únicamente lo procedente de Domecq.
Encaste
ENCASTE JUAN PEDRO DOMECQ DÍEZ El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Domecq y Núñez de Villavicencio debutó con una novillada en 1931 en la plaza de Cádiz. La primera ocasión que lidia en Las Ventas fue precisamente en la corrida de inauguración. Pero la historia de este encaste circula por buen camino desde el principio, Juan Pedro hace caso de las recomendaciones que Ramón Mora Figueroa le dio con buen tino, por lo que adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales: Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero y dos puntas de vacas entre 1930 y 1931. Tras el fallecimiento en 1937 de Juan Pedro Domecq se encarga de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto bravura. Dio paso a una nueva definición de bravura, desde que sale el toro de toriles hasta que muere, lo que él denominó “bravura integral”. Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras son buenas, tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y la papada no es muy desarrollada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños, tostados; los jaboneros y ensabanados aparecen por la influencia de la casta Vazqueña, algo que en el último lustro podemos ver con más asiduidad. Entre las particularidades complementarias está el listón, chorreado, jirón, salpicado, burraco, gargantillo, ojo de perdiz, bociblanco y albardado, entre otros. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza en los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento diferentes según la personalidad de cada criador.