Buenavista
Divisa
Propietario
Los Olivos de Buenavista SL.
Representante
Doña Clotilde Calvo Sánchez.
Señal
Orejisana la derecha, hendida la izquierda.
Fincas
Buenavista, El Castillo de las Guardas (Sevilla)
Procedencia
Domecq Solís
Antigüedad
13/09/1992
Antecedentes
Fue formada en 1928 por don Francisco Trujillo, de quien la adquirió don Celso Pellón y la aumentó con reses de Campos Fuentes, del Duque de Tovar y, posteriormente, con un semental del Conde de Santa Coloma. En 1939 fue reconstruida por don Andrés Giménez Garrudo, el cual la vendió en 1945 a don Sebastián González Vicente. Adquirida en 1946 por los señores hijos de Eugenio Ortega, pasó en 1974 a don Gregorio Ortega Estévez, quien eliminó todo lo anterior y la formó con vacas y sementales de don Salustiano Galache, procedentes de Urcola. En 1988 fue adquirida por su actual propietaria, quien varía el hierro y eliminó todo lo anterior, formando su ganadería con vacas y sementales de don Juan Pedro Domecq Solís.
Encaste
ENCASTE DOMECQ DÍEZ El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Domecq y Núñez de Villavicencio debutó con una novillada en 1931 en la plaza de Cádiz. La primera ocasión que lidia en Las Ventas fue precisamente en la corrida de inauguración. Pero la historia de este encaste circula por buen camino desde el principio, Juan Pedro hace caso de las recomendaciones que Ramón Mora Figueroa le dio con buen tino, por lo que adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales: Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero y dos puntas de vacas entre 1930 y 1931. Tras el fallecimiento en 1937 de Juan Pedro Domecq se encarga de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto bravura. Dio paso a una nueva definición de bravura, desde que sale el toro de toriles hasta que muere, lo que él denominó “bravura integral”. Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras son buenas, tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y la papada no es muy desarrollada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños, tostados; los jaboneros y ensabanados aparecen por la influencia de la casta Vazqueña, algo que en el último lustro podemos ver con más asiduidad. Entre las particularidades complementarias está el listón, chorreado, jirón, salpicado, burraco, gargantillo, ojo de perdiz, bociblanco y albardado, entre otros. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza en los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento diferentes según la personalidad de cada criador.