PEDRAZA DE YELTES
Divisa
Propietario
PREZ 88, S.L.
Representante
-
Señal
Hendida en ambas
Fincas
‘Pedraza de Yeltes’, Castraz de Yeltes (Salamanca)
Procedencia
El Pilar
Antigüedad
30/04/2010
Antecedentes
Pedraza de Yeltes se remonta a 1902, cuando uno de los lotes en que se dividió la ganadería de don José Antonio Adalid procedente de Vistahermosa y Barbero de Utrera pasa a don Francisco Taviel de Andrade y sucesivamente a don Gregorio Campos en 1908, don Narciso Darnaude en 1921, don Romualdo Arias de Reina en 1930, Hidalgo Hermanos en 1932 y posteriormente, en 1950, a don Arturo Pérez Fernández.
En 1953 se reparte en cinco lotes para cada uno de sus hijos, y el que correspondió a doña María del Carmen Pérez López de Tejada fue vendido en 1955 a don Francisco Rincón Cañizares que es adquirido a su vez en 1970 por doña Margarita Hernández Castro. En 1971 es vendida a los Hermanos Gutiérrez Mora y adquirida en 1975 por don Salustiano Galache que la anuncia a nombre de su esposa doña María Teresa Calderón.
En 1976 se eliminó todo lo anterior y se forma exclusivamente con el lote de vacas y sementales de Encinas, procedencia “Vega-Villar”, que le correspondió a don Salustiano Galache de su madre doña Caridad Cobaleda, viuda de Galache.
Encaste
El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso, quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Juan Pedro hizo caso de las recomendaciones que le dio el también ganadero Ramón Mora Figueroa y entre 1930 y 1931 adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales, Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero, así como dos puntas de vacas. Tras el fallecimiento del fundador, en 1937, se encargó de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez, quien añadió reses de Mora Figueroa, con sangre Conde de la Corte y García Pedrajas, ambas de origen Parladé. Todos los especialistas consideran que el señor Domecq Díez consiguió crear un encaste propio, depurando y mejorando el concepto de bravura.
Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y no tanto la papada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños y tostados. Pueden aparecer los jaboneros y ensabanados por la influencia de la casta vazqueña. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad de ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando, con alegría y fijeza en los trastos de torear.